Las zonas oscuras de mi jardín tienen solución.
Ahora que llega el tiempo de estar más horas en nuestro jardín por la noche, tal vez nos damos cuenta de que hay zonas muy oscuras a las que nos gustaría añadir un toque de luz, pero sin tener que meternos en obras, ni aumentar, por su puesto, la factura de la electricidad.
Así que nos metemos en internet y consultamos a Google: luz para mi jardín.
Y aparecen cientos de modelos de lámparas, entre ellas las que funcionan con energía solar. Están las de pie, las de aplique en pared, los focos de movimiento, las guirnaldas, las luces de fantasía, mariposas, duendes, etc. Se nos hace un poco difícil, así que en este punto os aconsejo que no caigáis en la tentación de comprar las típicas balizas de led de plástico barato que vienen 4 o 6 en una caja por 15 euros. Vais a ver poco más que una lucecita amarilla que puede rivalizar como mucho con las luciérnagas en vuestro jardín, pero nada más.
Los focos solares más prácticos y que cuentan con una potencia lumínica bastante respetable a un precio razonable, y que os van a durar varias temporadas, son los focos de luz concentrada con pincho de tierra y cabeza basculante cuya luz equivale a la de una linterna. La ventaja de dichos focos, que se venden individualmente, por parejas, tríos o sets de hasta 4 unidades, es que alumbran de forma concentrada sobre una superficie de unos 10 metros cuadrados y gracias a tener una articulación pueden no solo girarse en la horizontal, sino también en el plano vertical, lo que permite iluminar muros, setos o árboles pequeños. De esta forma los puntos negros e nuestro jardín se convierten en zonas correctamente iluminadas de forma autónoma y ecológica.
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